Minam admite que inspecciones que hace a compañías no son fiables. Tecnificar control no le cuesta un sol al Estado y puede hacerse en un año
ROXABEL RAMÓN
Camaroneros es el nombre que desde la Colonia conserva una calle del viejo barrio del Rímac, donde vivían pescadores expertos en extraer esos crustáceos que abundaron en el río Rímac hasta inicios del siglo XX.
Hoy el Río Hablador es aún hábitat de patos andinos, garzas e importante plancton, pero solo en su naciente, la laguna Ticticocha (4.700 m.s.n.m.). Luego, en su corto descenso de unos 140 kilómetros hacia el Callao, todo será muerte. De hecho, a menos de un kilómetro de Ticticocha, el río ya no puede albergar vida animal, pues ha sido envenenado con metales como plomo, cadmio, arsénico, aluminio y zinc.
Así lo corroboró este Diario el mes pasado, tras analizar, junto a la Autoridad Nacional del Agua (ANA), una muestra de ese río aún en formación, justo cuando sus aguas salían de la Unidad Ticlio de Volcan, compañía que en la cabecera de cuenca del Rímac extrae plata, plomo y zinc.
Pero esa primera contaminación no se le puede atribuir a Volcan, pues podría deberse también a los pasivos mineros que existen en la zona desde largo tiempo. En todo caso, no se puede señalar responsables porque las dos principales entidades estatales encargadas de evaluar y proteger nuestros ríos de la contaminación minera no cumplen a cabalidad su labor.
La ANA, adscrita al Ministerio de Agricultura (Minag), no ha terminado aún una tarea inicial que empezó a fines del 2009, la cual consistía en evaluar las 20 cuencas más críticas del país, empezando por la del Rímac.
En tanto, el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), adscrito al Ministerio del Ambiente (Minam), solo ha supervisado 12 vertimientos mineros de la cuenca del Rímac en el último año, pero no incluyó a Volcan, según la lista que nos remitieron.
INSPECCIONES NO SIRVEN
Aun cuando el OEFA hubiera supervisado las operaciones y el vertimiento de Volcan, el resultado de esa inspección habría sido poco fiel, pues, según los propios funcionarios del OEFA, las empresas son advertidas con al menos una semana de anticipación, a fin de que paguen entre S/.15 mil y S/.30 mil para financiar las visitas de los técnicos.
El director de Calidad Ambiental del Ministerio del Ambiente, Juan Narciso, admitió que con ese método la minera puede controlar sus emisiones en la fecha de visita, por lo que las inspecciones resultan inútiles. “Tenemos que modernizar la evaluación y fiscalización. Nadie me asegura que cuando me doy la vuelta, la minera no eche otra vez sus residuos sin tratamiento al río”, explica.
Dice que la tecnología para que los contaminadores no nos estafen ya existe y se usa en países vecinos: “Se trata de un monitoreo en tiempo real, a través de una red telemétrica cuya información va a una central”.
Narciso asegura que instalar esa red no le costaría un sol al Estado, pues es obligación de las empresas pagar el monitoreo. Dice, además, que si hubiese la voluntad necesaria se podría instalar para el río Rímac en menos de un año.
–¿Y por qué no se hizo durante esta gestión? –le preguntamos.
“Este es un ministerio joven, que ha tenido problemas de organización”, opina.
Para Nadia Gamboa, química especialista en monitoreos ambientales de la Universidad Católica, en el país no hay una verdadera fiscalización de vertimientos mineros e industriales. “La muestra que se toma no es honesta si se pide permiso a la empresa. En países como Brasil, la tecnología para medir con sensores la contaminación de ríos es avanzada. No hay que tender cables, puede ser satelital y barata. Además paga la empresa”, apunta.
TAREAS QUE SE HEREDAN
¿Qué tareas urgentes va a heredar la gestión entrante respecto del cuidado de nuestros ríos? Según el director de Calidad Ambiental, Juan Narciso, son tres:
1. Impulsar la formación de consejos de cuenca y planes de vigilancia para todos los ríos.
2. Modernizar los sistemas de evaluación y fiscalización de las fuentes contaminantes.
3. Crear programas para recuperar cuencas, para tratar aguas residuales domésticas y municipales y para desechar los residuos sólidos que hoy van a los ríos.
EN PUNTOS
En noviembre del 2010, la ANA reportó que la empresa minera Casapalca vertía desagües de dos campamentos a la quebrada El Carmen (Huarochirí), que metros abajo se integra al Rímac. Uno de esos vertimientos no tenía autorización y el otro no tenía tratamiento previo. Aunque la empresa ya regularizó esa situación, todavía no ha sido sancionada por la contaminación que causó en el 2010.
En el video que acompaña la primera entrega de esta serie (13/5/11) se puso “Campamento Casapalca” en lugar de “distrito de Casapalca”.
LAS CIFRAS
165
Vertimientos halló la ANA en la cuenca alta del Rímac, entre la naciente y el distrito Ricardo Palma. 11 son mineros.
10
Cuencas urgen intervención, según el Minam: las de los ríos Rímac y Chillón (Lima), Mantaro (Junín, Pasco, Huancavelica, Ayacucho, Lima), Chili (Arequipa), Santa (Áncash), Hualgayoc (Cajamarca), Vilcanota (Cusco) y Madre de Dios (ídem). Así como las de bahía Ferrol (Áncash) y lago Titicaca (Puno).
El Comercio
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